FELIPE SANTIAGO XICOTÉNCATL.

(Tlaxcala, 1805  -  Chapultepec, 13 Sep.1847).

Desconocido para la mayoría, como la mayor parte de los Mexicanos destacados, es la vida del coronel Felipe Santiago Xicoténcatl.

Pertenecía a una de las más antiguas familias de la entidad.

Indudablemente le tocó vivir la etapa más complicada de la historia del México independiente.

Desde muy joven Xicoténcatl se aficiona por la carrera de las armas.

En 1829, por acuerdo del Presidente de la República Vicente Guerrero, se le admite formalmente en el Ejército con el grado de Teniente de infantería. Toma parte activa en muchas luchas armadas, en la que los cuartelazos, los golpes de estado y las traiciones se sucedían, presenciando cómo transitaban por el poder con rapidez admirable Vicente Guerrero, Valentín Gómez Farías, Gómez Pedraza, Anastasio Bustamante, Antonio López de Santa Anna, etc. Es precisamente López de Santa Anna quien, en 1832 lo asciende al grado de Capitán.

En 1833 participa con el General Mariano Arista en contra del gobierno establecido, obedeciendo órdenes del General Guadalupe Victoria en acciones desarrolladas en la Ciudad de Puebla del 3 al 10 de Julio de 1833. Por sus acciones fué ascendido a Mayor de infantería.

En 1834 se le ordena dirigirse a la costa del Pacífico para colocarse bajo las órdenes del General de División Ignacio Mora, designado Comandante General de Occidente.

Su estancia en Sonora y Sinaloa es difícil, pues debido al clima y a la insalubridad enferma gravemente, a tal grado que se le tiene que trasladar urgentemente a la Ciudad de México, para su atención médica.

Cuatro meses más tarde regresa a su tarea en Sonora en donde le sorprende la sublevación del recientemente nombrado Comandante General de Sonora (26 Dic.1837).

Xicoténcatl se coloca al lado del régimen legalmente constituido despreciando las proposiciones de los sublevados.

Bajo las ordenes del General Lino José Alcorta, lucha contra los rebeldes, quienes superiores en fuerzas los obligan a refugiarse en Villa del Rosario, Sinaloa, en donde resiste los combates del enemigo, hasta que el hambre y la escasez de parque lo obligó a rendirse el 9 de Marzo de 1838.

Durante el enfrentamiento fué herido y más tarde capturado y enviado a Culiacán para ser juzgado, pero ahí escapa hacia Mazatlán en donde se une al ejército pero es capturado nuevamente siendo sentenciado a muerte.

Sin embargo gracias a un armisticio pactado entre el Gobierno y los rebeldes salva la vida.

Más tarde desempeña algunas comisiones en la Ciudad de México, y en 1843 se traslada a Yucatán bajo las ordenes del General Pedro Ampudia para combatir a los rebeldes, los Mayas (durante la Guerra de Castas).

La guerra se propagó a Campeche y Tabasco. Posteriormente intervino en más acciones en la Ciudad de México y el Estado de Jalisco. Se le asciende a Teniente Coronel.

Finalmente en 1846 da comienzo la última etapa guerrera de su fugaz existencia: la invasión de los Estados Unidos a México.

Durante el inicio de la invasión, toma parte en la batalla de la Angostura (cerca de Saltillo, el 22 y 23 de Febrero de 1847), en la cual es nuevamente herido. Los invasores Estadounidenses se retiran de Coahuila y cambian su estrategia de invasión hacia el Golfo de México, para atacar Veracruz y de ahí marchar hacia la Ciudad de México.

Debido a sus heridas no puede salir hacia Veracruz, quedándose en la Ciudad de México.

Al restablecerse se le da el mando del Batallón de San Blas.

Al amanecer del 12 de Septiembre de 1847 comienza el ataque Estadounidense a Chapultepec, y se le comunica que al frente de su batallón refuerce a los defensores del Castillo, pero inexplicablemente se le ordena retirarse la noche del mismo día.

En la mañana del día siguiente, cuando la situación era ya muy complicada pues el invasor ya comenzaba a escalar las faldas del cerro, se le ordena nuevamente que marche en auxilio de los defensores del Castillo. La orden fue acatada, no obstante saber que se marchaba a la muerte segura.

A paso veloz penetró Xicoténcatl al frente de su batallón en el bosque de Chapultepec, chocando de inmediato con el enemigo con el que entabló una lucha cuerpo a cuerpo, y tras heroica pero inútil resistencia, debido al número de soldados Estadounidenses,  es derrotado quedando tendidos en el campo de batalla casi la totalidad de los valientes integrantes del Batallón de San Blas. El teniente coronel Xicoténcatl cae muerto de 14 balazos.

El 14 de noviembre de 1853, fué ascendido al grado de Coronel de Infantería Post Mortem, con la antigüedad del día de su muerte.

Sus restos fueron sepultados en el Panteón de San Fernando (Ciudad de México), y trasladados en 1952 al monumento de los Niños Héroes en las faldas de Chapultepec.