Manuela Taboada de Abasolo.

 

Como sabemos, Mariano Abasolo fué uno de los iniciadores del movimiento de Independencia junto con Allende, Hidalgo y Jiménez.

Abasolo provenía de una familia de origen Vasco, pero nacido en América y pertenecía a una rica familia de comerciantes.

Cumpliendo lo que normalmente sucede en las revoluciones, no son las clases bajas, sino las medias, quienes inician este tipo de movimientos; Abasolo no fué la excepción.

Durante las tomas de Guanajuato y Guadalajara por parte de los Insurgentes, Abasolo había ayudado a muchos Españoles a huir de la barbarie que Hidalgo permitió a su tropa (Allende siempre se opuso a permitir estas demostraciones de salvajismo, pues no formaba parte de la 'cultura militar').

En estas dos ciudades, muchos Españoles, y en algunos casos sus familias, fueron asesinadas a manos de la enardecida muchedumbre Insurgente.

Cuando los líderes del movimiento Insurgente (Allende, Hidalgo, Jiménez y Aldama) son apresados en el sur de Coahuila, Abasolo es igualmente capturado. Todos son llevados desde el sureste de Coahuila hasta la Ciudad de Chihuahua donde serían enjuiciados.

Durante el proceso se determinó que todas sus propiedades les serían embargadas, quedando sus familias en mala posición económica.

La esposa de Abasolo, Manuela fué notificada de la captura y juicio de su esposo en su hacienda de la entonces Provincia de Guanajuato.

Sin contar con recursos económicos, viajó a caballo y a veces de 'aventón' hasta la Ciudad de México para entrevistarse con el Virrey o alguna autoridad que le ayudase a librar a su esposo de la pena capital.

Apoyándose en la ayuda que Abasolo les había proporcionado a muchos Españoles para huir, obtuvo el indulto a la pena de muerte y la autorización para visitar a su esposo en la Ciudad de Chihuahua.

Con la obvia imposibilidad de notificar al jurado en Chihuahua de esta decisión, realizó el viaje a marchas forzadas antes de que su esposo fuera ejecutado. 

Llegó después de varias semanas tras recorrer los 1,500 kilómetros que las separan, muchos de ellos incluso, a pié.

Fué asaltada varias veces y tuvo que trabajar en algunos ranchos en Zacatecas y Durango para comer.

A su llegada, notificó al Jurado del salvoconducto que había conseguido para su esposo, el cual lo llevaría preso, en cadena perpetua, al Castillo de Santa Catalina en Cádiz, España.

De esta manera, acompañó a su esposo y sus guardias desde Chihuahua hasta Veracruz, desde donde se embarcó en condiciones penosísimas hacia España. En el barco debió de trabajar y atender a su esposo quien había enfermado.

Ya en Cádiz, le fué autorizado acompañar a Mariano de manera permanente en la prisión, por lo cual compartió la celda con él, hasta que Mariano, por su débil estado de salud, murió en Abril de 1816, a los 32 años de edad.

Sola y sin recursos, abandonó la cárcel y debió de trabajar por largo tiempo en España para costearse el pasaje de regreso a Veracruz.