MUJERES DESCONOCIDAS EN LA HISTORIA DE MÉXICO

Antonia Nava

A partir del fusilamiento de Morelos en Diciembre de 1815, inició la etapa más difícil para los Insurgentes sobrevivientes, ya que los grandes nombres que habían encabezado el movimiento independentista habían sido ya pasados por las armas.

Sin los conocimientos militares de Allende o las grandes estrategias y las decisiones políticas de Morelos, Vicente Guerrero era el único Caudillo de importancia en quien recaía prácticamente todo el peso del movimiento Insurgente. 

Para la última y decisiva etapa del movimiento Insurgente (1816-1821) solo los actuales estados de Morelos y Guerrero mantenían al Gobierno Virreinal ocupado. Había algunos pequeños movimientos rebeldes al Virrey en Oaxaca, Texas y Sonora. 

 La mayoría de las batallas entre Insurgentes y Realistas ocurrió principalmente en el actual Estado de Guerrero.

En una de esas acciones militares, el Ejército Realista había sitiado a un grupo de Insurgentes en la sierra de Jaleaca.

Los Realistas solo esperaban a que los sitiados se rindieran por la falta de agua y alimentos, pues el sitio había durado más de 2 meses.

Quien dirigía a los Insurgentes en este sitio era el Teniente Coronel Nicolás Catalán quien acompañó a Morelos desde que éste le ofreció a Hidalgo y Allende insurreccionar el Sur (Noviembre de 1810).  Catalán veía que los ánimos decaían poco a poco entre sus soldados pues desde hacía varios días no tenían agua y las ratas y animales de los que se alimentaban habían desaparecido.

No había siquiera la posibilidad de desertar pues no había amnistía para ningún Insurgente y sabían que al salir serían pasados por las armas.

La rendición era inminente ya que además los Realistas aparentaban frecuentemente ataques a los sitiados con la idea de que sus municiones se terminaran.

 De entre los soldados surgió la idea de inmolarse uno a uno, y a la suerte, para que ellos mismos sirvieran de alimento a sus compañeros; así, se irían matando de uno en uno mientras continuaba el sitio.

 La esposa del Teniente Catalán, Antonia Nava, se presentó junto con Catalina González y 3 soldaderas más ofreciendo sus cuerpos para alimentar a la tropa.

Aunque la orden no se cumplió, los Insurgentes, desesperados por la situación, rompieron el sitio y la mayor parte de ellos murieron en el intento, entre ellos, Nicolás Catalán, esposo de Antonia Nava.

Días más tarde, Vicente Guerrero le reconoció a Antonia su audacia y ayuda al movimiento Insurgente. 

Puede ser que este acto de valentía no alcance la admiración de muchos, pero lo que es más condenable es que quienes conocen estos hechos históricos no los divulguen en los libros de texto escolares.