VIGILANCIA FRONTERIZA MEXICANA ANTES DE LA INVASIÓN ESTADOUNIDENSE

EN CONSTRUCCIÓN.

Cuántas vueltas da la Historia.

Durante varias décadas, el Gobierno de la Nueva España y posteriormente el Gobierno de México vigilaron su frontera Norte para evitar que los Estadounidenses penetraran a su territorio.

La razón era simple: los Estados Unidos querían apoderarse de nuestras Provincias norteñas.

Pero vayamos por partes.

Al inicio de la época colonial, y gracias a la audacia y empuje de las primeras generaciones de Españoles que conquistaron Norte América, las fronteras de la Nueva España crecieron constantemente y así alcanzaron a tener, al Norte, a Alaska (Rusia) como frontera.

Con el paso del tiempo y debido a la falta de planeación y de una política que la desarrollara a ella misma y a sus colonias, España fué debilitándose arrastrando al atraso también a todas sus posesiones en América.

En contraparte, los Estados Unidos tuvieron desde su independencia un plan bien establecido, una meta política y económica sobre la que se desarrollarían y así durante las décadas siguientes el progreso material que alcanzaron era evidente. Dentro de sus muchos planes, se encontraba el de la expansión territorial.

Así, contando con el colapso del Imperio Español como aliado, los Estados Unidos aprovecharon varias coyunturas históricas y fueron adueñándose poco a poco de territorios Españoles como la Luisiana, la Florida, Oregón (Washington, Oregon y Idaho) y años más adelante, del Norte de México.

Pero regresemos a la época colonial.

La frontera norte de la Nueva España era inmensa; sus límites con Francia (Luisiana) y más tarde con los Estados Unidos medían más de 4,500 Km.

El Gobierno de Madrid conocía a través de sus diplomáticos en Estados Unidos los planes territoriales de ese país y por ello hubo necesidad de vigilar la frontera Norte.

México comprendía el territorio marcado en lila + el marrón (rojizo). Los presidios fueron establecidos en toda esa línea fronteriza, uno cada 60 Km.

El Embajador Español en Washington ya había reportado a Madrid las intenciones expansionistas de los Estados Unidos sobre el territorio de la Nueva España.

Este es un fragmento del reporte del Embajador Onís al respecto:

"Este gobierno se ha propuesto nada menos que fijar sus límites en la embocadura del Río Norte o Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el mar pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Texas, Alta California, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de la provincia de Nueva Vizcaya y la Sonora.

Nota: Nueva Vizcaya comprendía Chihuahua, Durango, Sinaloa y porciones de Coahuila y Zacatecas.

Se ha levantado expresamente un plano de dichas provincias, incluyendo también en dichos límites la isla de Cuba como parte natural de los Estados Unidos".

La última revisión de límites entre la Nueva España y Estados Unidos fué aprobada por Madrid en 1819; con ella, la Nueva España reducía sus límites y perdía Florida el Oregón, lo que hoy comprenden los Estados de Idaho, Washington y Oregon.

El acuerdo fué conocido como Tratado Adams-Onís.

 

 

 

 

John Adams, enviado Estadounidense que negoció con España la posesión del territorio de Oregón (1819)

http://www.inep.org/content/view/1707/44

El Gobierno de la Nueva España había defendido sus fronteras por medio de una línea de presidios a cargo de unidades de caballería ligera.

(El concepto que tenemos hoy de la palabra 'presidio' lo relacionamos con cárcel, sin embargo en la época colonial el presidio era una construcción de vigilancia fronteriza).

A lo largo de los 4,500 Km.de frontera, se establecieron presidios a cada 60 Km.de distancia, pero por su lejanía y por lo complicado de llevar los víveres y pertrechos militares a cada uno de ellos la tarea no fue nada sencilla.

El desorden económico y logístico causado por la Guerra de Independencia ocasionó que los víveres, uniformes y armas enviados a los encargados de los Presidios se redujera drásticamente.

Pero los Presidios no solamente se establecieron en la frontera, sino también en los puertos Mexicanos más sensibles al acoso de invasores extranjeros o de los propios indios.

En el extraordinario libro 'México a través de los Siglos' de Vicente Riva Palacio se describe con precisión la vestimenta de un soldado Mexicanoencargado de vigilar el Puerto de San Diego, Alta California:

"...el soldado encargado de la vigilancia vestía su traje militar en color azul, severamente desgastado. Tenía remiendos en los remiendos y el color azul original estaba totalmente desteñido. A pesar de ello realizaba su labor de vigilancia con suma responsabilidad...".

Indumentaria y armamento de un soldado encargado de vigilar su Presidio.

Sin embargo, después de la Independencia, los Presidios decayeron al igual que las Misiones; los vecinos de los pueblos fronterizos se hicieron cargo dentro de sus posibilidades de la defensa de las fronteras.

Los Presidios, que de por sí habían estado desguarnecidos y ofrecían poca defensa, se encontraron ya muy desatendidos para 1845; había en ellos escasez de comida, ropa y salarios.

Los uniformes no existían y algunos soldados se dedicaron a robar.

Por eso, cuando las tropas Estadounidenses llegaron a invadir el Norte de México en 1846, encontraron una frontera extremadamente débil.

La inseguridad en el Norte del país era tan grave, que los pobladores temían más a un ataque de los bien armados indios que a la guerra con Estados Unidos quienes, inteligentemente ofrecieron pacificar la región, cosa que no cumplieron, hasta que despojaron a México de los territorios del Norte.

Fue tal el clima de indefensión de los norteños, que algunos Apaches llegaron a cobrar impuestos a los viajeros y se mantenían al tanto de los acontecimientos porque leían el correo que éstos llevaban.

Los culpables indirectos de esa violencia creciente, según denuncias de la época, fueron los Anglosajones que traficaban con armas.

Notas de un periódico Texano informaban que en 1838 los vendedores Estadounidenses de armamento tenían un excelente mercado en todos los territorios del norte de México, especialmente en las poblaciones de Taos, Santa Fe, Albuquerque y El Paso, todas ellas en Nuevo México.

La intromisión de los Estadounidenses en la zona causó tremendo desorden, pues obligaron a los Indios -especialmente los Comanches y Apaches- a robar para comprar armas y defenderse de la campaña de exterminación que iniciaron los Anglo-Americanos en su contra.

Además los Estadounidenses los azusaban para atacar poblaciones Mexicanas para, con ello, promover la venta de armamento; negocio redondo (¿ suena familiar ?).

Ante el problema, las autoridades de Chihuahua y Nuevo México reaccionaron drásticamente y advirtieron que ejecutarían a los Anglonorteamericanos que encontraran vendiendo armas, pólvora o municiones a los indios.

En los años que siguieron a su Independencia, México pudo ver que la liberación de España no significó la liberación económica: dejó de ser dependiente de España para depender de Estados Unidos.

En pocos años, los habitantes del norte fueron testigos de un nuevo fenómeno cuando los comerciantes Estadounidenses saturaron el mercado de Nuevo México y extendieron sus tentáculos hasta Chihuahua, lo que significó que los pobladores, después de haberse sacudido el mercantilismo Español (con toda su falta de libre mercado), habían caído en el Estadounidense.

La acelerada entrada de mercancías, de extranjeros y de capital, aumentaron la actividad económica en algunas regiones de la nueva frontera, entre ellas Paso del Norte, pero también las hizo depender en gran medida de los forasteros, quienes acabaron por tener un importante papel en el comercio y en la industria norteñas.

Misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Paso del Río del Norte (1682).

Tal como había ocurrido en Texas, en el siglo XIX México no pudo poblar Nuevo México ni la Alta California, ni fue capaz de establecer barreras para mantener a raya a los Anglonorteamericanos.

La falta de una política poblacional por parte de España y luego de México ocasionó que los Norteños se sintieran alejados del centro político del país y que les daría a los Texanos uno de varios pretextos para independizarse de México en 1836.

La sublevación-independencia de Texas duró 10 años (1836-45) y, finalmente, de acuerdo al plan establecido por los Estados Unidos décadas antes, ese territorio Mexicano fue admitido como estado de Estados Undios en 1845, lo cual ocasionó la guerra entre ambos países y que terminó con la invasión militar por 2 años a México y la pérdida del 55% de nuestro territorio.

Tras este despojo, la vida de los Mexicanos del Norte no mejoró, pues los diferentes conceptos económicos entre los dos países hicieron que la nueva frontera empezara a diferenciarlas enormemente.

Las diferencias comerciales eran muy marcadas pues del lado Estadounidense prevalecieron condiciones de libre mercado mientras que en el Mexicano había muchas restricciones para emprender cualquier cosa.

Los impuestos y tarifas establecidas por el gobierno Mexicano eran mayores que las Estadounidenses, además de que la falta de control y el manejo de ellos a través de los caciques locales hacían imposible el desarrollo de la región.

Las obsoletas alcabalas (impuestos que se cobraban entre un estado y otro desde la época colonial) se mantenían sin cambio.

Entre 1845 y 1853, los impuestos federales Mexicanos a los productos importados rondaban el 35% mientras del otro lado eran solo del 15%.

Estos y otros factores negativos bloquearon la actividad económica de las entidades del Norte del país y ayudaron a que muchos Mexicanos cruzaran la frontera con toda tranquilidad para encontrar mejores oportunidades de desarrollo o, para quienes se quedaban en México, de adquirir productos más baratos del lado Estadounidense.

Caray, estamos hablando de 1850 y hoy a 150 años de distancia, aunque las diferencias no son ya tan distantes como hace 20 años, sigue manteniéndose ese diferencial competitivo; seguimos repitiendo los mismos errores de hace siglo y medio.

El costo de vivir en las ciudades Mexicanas del Norte era más alto que la de sus vecinos del otro lado.

En algunos artículos el costo de los productos era casi de la mitad.

Por estas diferencias, por paradójico que parezca, los pueblos Estadounidenses empezaron a desarrollarse a expensas de los Mexicanos y en algunos de ellos la migración ocasionó que se despoblaran, dejando aún más endeble la frontera.

Al no haber libertad de desarrollo, algunos de quienes se quedaban del lado Mexicano se dedicaron al contrabando con la ayuda de algunos empleados de las aduanas.

Los pocos periódicos de la región sugerían que la única salida para esta zona del país era que se declarara zona libre para así poder competir con las poblaciones Estadounidenses.

La crisis que ocasionó en la nueva frontera el proteccionismo y la falta de una planeación para la región, presionó al Gobierno de Chihuahua a crear una zona libre en la frontera de Chihuahua con EU (1858), sin embargo sería abolida 2 años más tarde.

Además de las deficiencias de planeación del Gobierno Federal y de los Gobiernos estatales, algunos Estadounidenses robaban y atacaban a los pocos ranchos Mexicanos de la zona, además de obligar a los indios (Apaches y Comanches entre otros) a ingresar a México para crear pánico en las poblaciones Norteñas y así poderles vender armamento.

Como ejemplo del olvido de la región, dos datos:

1) La población Mexicana más importante de la zona fronteriza era Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) con 3,000 habitantes.

2) Para 1950 vivían en la frontera Norte del país alrededor del 2% de la población Mexicana.

Hoy ese porcentaje es 5 veces mayor, el 10%.

3) En 2000, dentro de las 7 ciudades más pobladas de México, se encuentran Ciudad Juárez (2 millones de hab.) y (Tijuana 1.2 millones).